* * * Capítulo 3* * *

Un salto cuántico en la evolución
Como hemos visto, desde hace unos 10 ma. estamos en el período más frío desde la aparición de la vida macroscópica, hace unos 570 ma.
Es muy probable que los períodos glaciales/interglaciales –como una función de los factores telúrico/cósmicos- durante el Cuaternario, hayan favorecido el desarrollo del pensamiento y las habilidades en los antropoides al verse obligados a adaptarse a un clima cambiante
         Este acontecimiento trascendental en la evolución de la vida ocurrió hace poco más de 2 ma. y aquí me detendré para tomar algunas reflexiones de Teilhard de Chardin sobre el nacimiento del Pensamiento:
         “La Ciencia no ha encontrado todavía para [el hombre] un lugar en sus representaciones del [Mundo] ... [y] desdeña un factor esencial, por mejor decir, una dimensión entera del Universo”  ... “Entre los últimos estratos del Plioceno, en los cuales el Hombre estuviese aún ausente, y el nivel siguiente, en el que el geólogo habría de quedar estupefacto al hallar los primeros cuarzos tallados, ¿qué pasó y cuál es la verdadera magnitud de este salto?” ... “Salto morfológico ínfimo y al mismo tiempo increíble conmoción en las esferas de la Vida, toda la paradoja humana...” ... “Ahora bien ¿cuáles son las consecuencias de una tal transformación? ... El ser reflexivo, en virtud de su repliegue sobre sí mismo, se hace bruscamente susceptible de desarrollarse  en una nueva esfera. En realidad es otro mundo el que nace. Abstracción, lógica, elección e invenciones razonadas, matemática, arte, percepción calculada del espacio y la duración.”
“La Vida, por ser ascensión de consciencia, no podía continuar avanzando indefinidamente en su línea sin transformarse en profundidad. [...] Más claramente definible que cuando escrutábamos el psiquismo oscuro de las primeras células, he aquí que se descubre, en este acceso al poder de reflexión, cómo reaparece la curva entera de la Biogénesis...”
“El hombre representaría pues, llegado al estado de reflexión, una sola de las innumerables modalidades de conciencia ensayada por la Vida en el mundo animal. [Existen] otros tantos mundos psíquicos en los cuales resulta muy difícil entrar, no solamente porque el conocimiento es en ellos más confuso, sino porque funciona en ellos de una manera diferente que en nosotros.”
         “Sólo a consecuencia de la cantidad de energía interior liberada por la reflexión, la operación tiende entonces a emerger de los órganos materiales para formularse también ó incluso sobre todo, en espíritu.”
         “El cambio de estadio biológico conducente al despertar del Pensamiento no corresponde simplemente a un punto crítico traspasado por el individuo ó incluso por la especie. Más amplio que eso, afecta a la Vida misma en su totalidad orgánica y, por consiguiente, marca una transformación que afecta al estado del planeta entero.” 
         “Llegado ya a un determinado grado de preparación y de tensión, [...] el Hombre debió de originarse, simultáneamente, en diversas regiones. [Esto es] “Hologénesis”, y, por lo tanto, policentrismo. Toda una serie de puntos de hominización diseminados a lo largo de una zona subtropical de la Tierra, y, por consiguiente, diversas líneas humanas que se soldarían genéticamente en algún lugar por encima de la Reflexión.  No ya un foco sino “un frente” de evolución.”
Ambiente y Pensamiento Reflexivo
Aunque la evolución se enriquezca con sucesos azarosos, una vez que sus tanteos logran producir un salto en sus patrones organizativos, el entorno comienza a jugar a favor del nuevo “producto” de la evolución.
         Decía más arriba que el pensamiento reflexivo tal vez haya sido potenciado por los cambios climáticos del Cuaternario, que a su vez estarían condicionados por los distintos movimientos del eje y la órbita de la Tierra que tal vez dependan de resonancias gravitatorias con masas pequeñas cercanas o enormes muy lejanas.
Pero el enfriamiento de la superficie terrestre comenzó a manifestarse varios millones de años antes de la aparición del hombre, como “preparando el terreno”.  (De la misma manera la extinción de los dinosaurios había comenzado 3 o 4 ma. antes del suceso catastrófico que los eliminó brusca y definitivamente).
Entonces si el pensamiento reflexivo es “creativo” y funcional a la evolución, el entorno comenzará a favorecer el despliegue de esta corriente evolutiva y por consiguiente,  los ciclos glaciales/interglaciales se seguirán sucediendo en el futuro hasta la próxima “creación” de la evolución.
            Comparativamente, es probable que las condiciones ambientales precámbricas, antes de la explosión de vida macroscópica al inicio de la era Fanerozoica, hayan sido muy distintas de las que podemos identificar como paleoambientes desde el Cámbrico hasta hoy; incluso en todo el pasado microbiano de la vida (entre 3.800 y 570 ma.), los factores telúrico cósmicos deben haber jugado a favor de la vida microscópica: es muy probable que la presión atmosférica fuese bastante diferente que la del Fanerozoico, como así también los regímenes de lluvias o el movimiento de las corrientes marinas, es decir una climatología completamente distinta, a lo que debemos sumar la inexistencia de cubierta vegetal en los continentes de esos tiempos remotos.
También se podría especular sobre la influencia gravitatoria de la Luna y el Sol sobre los océanos en épocas en que el Sol emitía menos radiación que hoy pero tenía más masa, y tal vez la Luna se encontrase más cerca de la Tierra, mientras sus movimientos de rotación y revolución serían otros muy distintos a los que hoy manifiesta influenciando el régimen de mareas.
El salto evolutivo a lo macroscópico hace 570 ma. proporcionó un nuevo entorno ambiental y los factores telúrico cósmicos favorecieron el desarrollo de organismos de altísima complejidad. Este entorno ambiental se sostuvo hasta hace aproximadamente 5 ma., cuando los patrones evolutivos comenzaron a desplazarse hacia la aparición del pensamiento reflexivo.
Las nuevas condiciones ambientales se acentuaron en los últimos 2,8 ma., potenciando la adaptabilidad humana a un clima cambiante. Sin embargo las fluctuaciones del clima de los últimos 100 mil años impidieron el desarrollo de una verdadera civilización.
Nuestros ancestros debieron migrar constantemente a medida que el frío o la sequía los empujaba hacia latitudes más propicias para la caza y la recolección. Hacia el final del paleolítico, la humanidad ya había desarrollado el arte, la construcción de viviendas, la vestimenta, las tradiciones orales, la religión (basada en el culto a la Madre Tierra) y una ciencia rudimentaria que le permitía orientarse por las estrellas, predecir los cambios de estación, curar enfermedades y lesiones, y ya contaban con una organización social basada en el clan. Pero todavía dependían de las fluctuaciones climáticas, lo cual les impedía asentarse en un mismo sitio durante mucho tiempo.

Continuidad, mutación o extinción

            El fin del último período glacial hace alrededor de 13 mil años provocó una transición hacia un clima templado con bruscos cambios en los regímenes de lluvias y fluctuaciones del nivel del mar que en unos cuantos siglos llegaron a un nuevo estado estacionario manteniendo los patrones climáticos que aún hoy disfrutamos. 
Muchas de las culturas que evolucionaron durante y gracias a esta etapa estable, registran en sus mitos y leyendas un acontecimiento, el diluvio, cuya sola mención sirve para destacar – por contraste con esta catástrofe, sea real o imaginaria—la continuidad y el grado de estabilidad que habitualmente se supone como normal. Un brusco aumento del nivel del mar al finalizar el último período glacial, con lluvias quizás descomunales debidas a un incremento de la temperatura superficial, dio origen probablemente a un recuerdo que llama poderosamente la atención por su carácter global y, en todos los casos, traumático.
La estabilización de los factores telúrico cósmicos favoreció el desarrollo de la agricultura, una nueva organización social y el comienzo de la civilización lo cual  abre una incógnita. ¿Puede ser la “civilización” [tecnológica] un salto evolutivo?
         De ser así el entorno deberá jugar a favor y sostener los patrones del clima y por consiguiente no deberían repetirse los períodos glaciales/ interglaciales por muchos miles de años.
         De no ser así, y si la evolución debe “explorar” otras vías para el pensamiento reflexivo, los factores telúrico cósmicos borrarán a la civilización y al hombre del planeta y darán lugar a otros seres capaces de reflexionar (¿delfines, chimpancés?)
         O una situación intermedia en la cual la creación “pensamiento en forma humana sí, aunque civilización tecnológica no”, pueda llevarnos a procesos de humanización inimaginables.
         Si la evolución debe pasar necesariamente por la transformación de la química y la genética del planeta a manos de los seres humanos, la clonación será el salto evolutivo como nuevo procedimiento de reproducción – fecundación (como lo fue el huevo de los primeros amniotas de hace 300 ma.) y la selección natural y las mutaciones serán cuestión de ingeniería genética en un mundo que se irá transformando a la medida del homo sapiens como especie dominante.
¿Seremos capaces de transformar el mundo en armonía con las leyes del universo?. Es decir, ¿podremos compatibilizar la creación de un mundo artificial con nuestra herencia genética, biológica y ontológica?
 No lo sabremos, pues es imposible determinar si este impulso transformador irrevocable del hombre es un proceso para su propia continuidad o para que evolucionen otras formas de vida.
         Personalmente siento gran rechazo ante la opción de un mundo tecnologizado, a pesar de que la humanidad se inclina cada vez más hacia la dependencia de la tecnología como aspecto fundamental para la supervivencia, selección natural y continuidad de la especie.
A veces me parece que los que tenemos una visión crítica de la tecnología como expresión de progreso (o evolución), ambientalistas, ecologistas, conservacionistas, y todos aquellos que quisiéramos vivir en un entorno sin aglomeraciones ni contaminación y con mucho verde y silencio, no somos otra cosa que los individuos de la especie que no queremos ser reemplazados por los que están mutando hacia una forma de vida superior.
Pero es inevitable sentir que la transformación del entorno natural por la utilización abusiva de la tecnología nos está llevando a un callejón sin salida que nos enfrentará con nuestros propios límites, como por ejemplo la incontenible difusión de los cultivos transgénicos podría no ser otra cosa que el último golpe asestado a la deteriorada salud del hombre industrial por el sistema que él mismo está impulsando. Esta locura autodestructiva ¿no será un llamado de la evolución a que el hombre se haga definitivamente a un lado?
Es increíble que sepamos tantas cosas sobre la vida, su evolución y funcionamiento y al mismo tiempo permanezcamos encadenados a una patología egocéntrica que nos impide encontrar el verdadero papel que nos cabe en la Naturaleza.
         Si, como lo indican las especies extinguidas en los últimos 100 años, los seres humanos estamos impulsando una nueva extinción masiva, la nueva estructura de la biósfera seguramente no tendrá como componente a los seres humanos, y la consciencia continuará su repliegue en otras especies inteligentes trazando nuevos rumbos en la evolución psíquica de la vida.
Al mismo tiempo es interesante recordar que las extinciones comenzaron hace unos 20 mil años, mucho antes de que el hombre hiciera sentir su influencia en la biósfera, lo cual indicaría que la contaminación química y radiactiva, la destrucción de selvas y bosques, el efecto invernadero, la lenta desaparición de la capa de ozono y otros cambios desencadenados por el homo sapiens, no serían más que un impulso de los factores telúrico cósmicos para conducir a la vida por un nuevo sendero como ya hemos visto que ocurrió otras veces en la historia de la Tierra.
         “Por el solo hecho de tener que morir, todos somos héroes”

Adolfo Bioy Casares

         Hace tiempo que he aceptado mi propia muerte como un aspecto necesario para mi existencia, y de la misma manera acepto la desaparición de las especies (incluida la humana) como parte de la evolución de la vida. Sin embargo no quisiera morirme mañana, y si logro sobrevivir a las crisis económicas, los desequilibrios políticos, el estado, los impuestos, las mafias, el globofascimo, el cambio climático y la polución ambiental, a los ochenta años tampoco querré morirme mañana, aunque detesto la idea de la inmortalidad.
De la misma manera no quisiera que la humanidad desaparezca (al menos durante los próximos milenios), aunque como cualquier especie en estado de evolución, mutará o se extinguirá.
         Si la evolución de la consciencia continuará su repliegue en la especie humana y al mismo tiempo descubrirá en el hombre que el uso abusivo de la tecnología la entorpece, la actual tendencia hacia un mundo completamente tecnologizado se revertirá, aunque difícilmente por una decisión voluntaria de los seres humanos como conjunto.
Más bien creo que sólo el peso de los factores telúrico-cósmicos hará que la humanidad cambie su rumbo. Es decir que alguna circunstancia externa nos tendrá que poner en crisis para que tengamos una oportunidad de entrar en armonía con los patrones universales de la evolución.
Cuándo ocurriría esta crisis es algo imposible de determinar y mi sentimiento es ambiguo en cuanto a si me gustaría estar aún sobre este planeta cuando finalmente se desencadene. Por un lado me siento inclinado a ser testigo de grandes acontecimientos, pero también sé que una tal crisis nos llevaría al límite, que provocaría mucha muerte y sufrimiento y que tal vez por varias generaciones la humanidad deberá soportar condiciones de supervivencia extremas.
¿Debemos entonces comenzar a prepararnos para el día después?
Es decir, ¿debemos entrenar a las nuevas generaciones hacia una menor dependencia de tecnologías complejas, proporcionando una base para la utilización de tecnologías blandas, formando grupos que desarrollen estrategias de cooperación para la supervivencia? No es una mala idea puesto que, si la crisis no llegase, igual habríamos empleado nuestras vidas en intentar edificar una sociedad más sana.
Si nos quedamos sin tecnología (o decidimos abandonar ese camino), es posible que comencemos a desarrollar nuestras principales facultades psíquicas, (por ejemplo telepatía) lo cual nos permitirá comprender la unidad espiritual de la biósfera (como seguramente ya lo han vivenciado místicos y chamanes), y asi encauzar la avolución humana por una vía nueva que nos permitirá re-ligarnos con la Naturaleza.
Denis de Rougemont dice en su libro El Porvenir es Cosa Nuestra
“Me he asombrado a menudo de que una época tan rica para imaginar estructuras físicas y químicas, electrónicas o biológicas, sea tan pobre en invenciones de formas de vida política, e inclusive tan temerosa y maliciosa frente a cualquier proyecto nuevo en ese dominio”.

 



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