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Diálogos del Buddha


EL CUESTIONAMIENTO DE SIMHA ACERCA DE LA ANIQUILACION

En aquel tiempo, muchos distinguidos ciudadanos se hallaban sentados juntos, reunidos en el salón del pueblo, y hablaban de muchas maneras elogiando al Buddha, al Dharma y al Sangha.
Simha, el general en jefe, un discípulo de la secta Niggantha, estaba sentado entre ellos.
Y Simha pensó:
"Verdaderamente, el Bienaventurado debe ser el Iluminado, el Santo. Voy a ir a visitarlo".

Entonces Simha, el general, fue hasta el lugar donde estaba el jefe de los Nigganthas, Nataputta; y habiéndose aproximado, le dijo:
"Deseo, Señor, visitar al samana Gotama"

Nataputta dijo:
"¿Por qué deberías tú, Simha, que crees en el resultado de las acciones de acuerdo a su mérito moral, ir a visitar al samana Gotama, quien niega el resultado de las acciones? El enseña la doctrina de la no-acción, y en esta doctrina entrena a sus discípulos".

Entonces el deseo de ir y visitar al Bienaventurado que había surgido en Simha, el general, disminuyó.

Escuchando de nuevo elogiar al Buddha, el Drama y el Sangha, Simha preguntó al jefe Niggantha una segunda vez; y de nuevo Nataputta lo persuadió de no ir.

Cuando una tercera vez el general escuchó a algunos hombres distinguidos ensalzar los méritos del Buddha, del Dharma y del Sangha, el general pensó:
"Verdaderamente el samana Gotama debe ser el Santo Iluminado. ¿Qué me importa si los Nigganthas me dan su consentimiento o no? Iré sin pedir su permiso a visitar al Bienaventurado, el Santo Iluminado".

Y Simha, el general, le dijo al Bienaventurado:
"He escuchado, Señor, que el samana Gotama niega el resultado de las acciones; que él enseña la doctrina de la no-acción, diciendo que la acción de los seres sensibles no recibe su recompensa, porque él enseña sobre la aniquilación y lo despreciable de todas las cosas; y que en esta doctrina entrena a sus discípulos. ¿Enseñas tú el apartamiento del alma y la eliminación del ego del hombre? Por favor, Señor, dime si aquellos que dicen esto dicen la verdad o ellos levantan falso testimonio en contra del Bienaventurado, haciendo pasar un Dharma espurio como tu Dharma?"

El Bienaventurado dijo:
"De una manera, Simha, aquellos que dicen eso están diciendo la verdad acerca de mí, y por otra parte, Simha, aquellos que dicen lo contrario también están diciendo la verdad acerca de mí.
Escucha, te diré:
Yo enseño, Simha, la no-acción en aquello que es incorrecto, tanto en acto, palabra o pensamiento; enseño el acrecentamiento de todas aquellas condiciones del corazón que son buenas y no malas.
Enseño, Simha, que todas las condiciones del corazón que son malas y no buenas, acciones incorrectas en acto, palabra y pensamiento, deben ser eliminadas.
El que se ha liberado a sí mismo, Simha, de todas aquellas condiciones del corazón que son malas y no buenas, el que los ha destruido como una palmera que es arrancada de raíz, de forma tal que no pueda volver a crecer, tal hombre ha llevado a cabo la erradicación del ego.
Yo proclamo, Simha, la aniquilación del egoísmo, la lujuria, los malos deseos y la ilusión.
Sin embargo, no proclamo la aniquilación de la paciencia, del amor, de la caridad y de la verdad.
Yo proclamo, Simha, que las acciones incorrectas son despreciables, sean ellas realizadas de hecho, por palabra o pensamiento, pero considero loables la virtud y rectitud."

Y Simha dijo:
"Una duda aún ronda en mi mente en relación a la doctrina del Bienaventurado. ¿Consentirá el Bienaventurado disolver la nube de tal manera que pueda comprender el Dharma tal como el Bienaventurado lo enseña?

Habiendo dado su consentimiento el Tathagata, Simha continuó:
"Soy un soldado, oh Bienaventurado, y he sido designado por el rey para poner en vigor sus leyes y sostener sus guerras. ¿Permitirá el Tathagata, quien enseña la bondad sin límites y la compasión para con todos los sufrientes, el castigo del criminal? Además, ¿Declara el Tathagata que es equivocado ir a la guerra para la protección de nuestros hogares, nuestras esposas, nuestros niños y nuestra propiedad? ¿Enseña el Tathagata la doctrina de la rendición completa, de tal manera que debo sufrir que un malvado haga lo que quiera, y rendirme sumisamente ante él, que amenaza con tomar violentamente lo que es mío? ¿Mantiene el Tathagata que toda lucha, incluyendo aquellas guerras que son llevadas a cabo por una causa justa, deben ser prohibidas?

El Buddha replicó:
"El que merece castigo debe ser castigado, y el que es digno de favor debe ser favorecido. Sin embargo, al mismo tiempo enseño a no herir a ningún ser viviente y estar lleno de amor y benevolencia. Estos mandatos no son contradictorios, porque aquél que debe ser castigado por los crímenes que ha cometido sufre su castigo no por la mala intención del juez sino a cuenta de sus malas acciones.
Sus propios actos han traído sobre él el castigo que el ejecutor de la ley inflige.
Cuando un magistrado castiga, no debe albergar odio en su pecho, así que un asesino, cuando es enviado a la muerte, debe considerar que ése es el fruto de su propio acto.
Tan pronto como él comprenda que el castigo purificará su alma no lamentará más su destino, sino que se regocijará en él."

Y el Bienaventurado continuó:
"El Tathagata enseña que toda guerra en la cual un hombre trata de matar a su hermano es lamentable, pero no enseña que aquellos que van a la guerra por una causa correcta, luego de haber agotado todos los medios de preservar la paz, sean dignos de execración. El que es digno de execración es el causante de la guerra.
El Tathagata enseña la completa rendición del ego, pero no enseña la rendición a ninguno de los poderes que son malignos, sean hombres, o dioses, o elementos de la naturaleza.
La lucha debe existir, porque la vida misma es una lucha de alguna manera.
Pero el que lucha debe advertir si lo hace en el interés del ego en contra de la verdad y la rectitud.
El que lucha en el interés del ego, buscando ser grande, o poderoso, o rico, o famoso, no tendrá recompensa, pero el que lucha por la rectitud y la verdad, tendrá una gran recompensa, porque aún su derrota será una victoria.
El ego no es una vasija apropiada para recibir ningún gran éxito; el ego es pequeño y frágil y sus contenidos pronto serán fragmentados para el beneficio, o quizás también para la maldición, de otros.
La verdad, sin embargo, es suficientemente vasta para recibir todas los anhelos y aspiraciones de todos los seres y cuando los seres se disuelven como las pompas de jabón, sus contenidos serán preservados, y en la verdad ellos tendrán una vida eterna.
Aquél que va a la batalla, oh Simha, aún si lo hace por una causa justa, debe estar preparado para ser muerto por sus enemigos, porque tal es el destino de los guerreros; y este destino debe ser tan asumido por él que no tenga motivo de queja.
Pero aquél que es victorioso debe recordar la inestabilidad de las cosas terrenas. Su éxito puede ser grande, pero aunque sea muy grande la rueda de la fortuna puede rotar de nuevo y derribarlo al polvo.
Sin embargo, si él se modera y, extinguido todo odio en su corazón, levanta a su adversario caído y le dice: 'Ahora ven, hagamos las paces y seamos hermanos' ganará una victoria que no será una victoria efímera, porque sus frutos durarán por siempre.
Grande es un general victorioso, oh Simha, pero el que ha conquistado el ego es el mayor vencedor.
La doctrina de la conquista del ego, oh Simha, no se enseña para destruir las almas de los hombres, sino para preservarlas. El que ha conquistado el ego es más apto para vivir, para ser exitoso, y ganar victorias que aquél que es esclavo de sí mismo.
Aquél cuya mente está libre de la ilusión del ego permanecerá de pie y no caerá en la batalla de la vida.
Aquél cuyas intenciones son rectas y justas no se encontrará con fracasos, y será exitoso en sus empresas, y su éxito perdurará.
El que alberga en su corazón el amor por la verdad vivirá y no morirá, porque él ha bebido en las aguas de la inmortalidad.
Lucha entonces, oh general, con coraje; y combate en tus batallas vigorosamente, pero sé un soldado de la verdad y el Tathagata te bendecirá."

Cuando el Bienaventurado dijo esto, Simha, el general, dijo:
"¡Glorioso Señor, glorioso Señor!
Tú has revelado la verdad.
Grande es la doctrina del Bienaventurado.
Tú, ciertamente, eres el Buddha, el Tathagata, el Santo.
Tú eres el maestro de la humanidad.
Tú nos mostraste el camino de la salvación, porque esto es verdadera liberación.
Aquél que te sigue no perderá la luz que ilumina su camino.
El hallará bendición y paz.
Tomo refugio, Señor, en el Bienaventurado, en su doctrina, y en su hermandad.
Pueda el Bienaventurado recibirme desde este día mientras dure mi vida como un discípulo que ha tomado refugio en él."

Y el Bienaventurado dijo:
"Considera primero, Simha, lo que estás haciendo. Es conveniente que las personas de rango como tú no hagan nada sin la debida consideración."

La fe de Simha en el Bienaventurado se acrecentó. Entonces replicó:
"Si otros maestros, Señor, hubieran tenido éxito en convertirme en su discípulo, hubieran llevado sus banderas por toda la ciudad de Vesali, gritando:
'¡Simha, el general, se ha convertido en nuestro discípulo!"
Por segunda vez, Señor, tomo refugio en el Bienaventurado, el Dharma y el Sangha; pueda el Bienaventurado recibirme desde este día mientras dure mi vida como un discípulo que ha tomado refugio en él."

Dijo el Bienaventurado:
"Durante un largo tiempo, Simha, se han dado ofrendas a los Nigganthas en tu casa. Por lo tanto, es correcto que también en el futuro les ofrezcas alimento cuando ellos vayan a ti a pedir limonsna."

Y el corazón de Simha fue llenado de alegría. Dijo:
"Me han dicho, Señor, que el samana Gotama dijo: 'Solo a mí y nadie más deben ser dadas las ofrendas. Solamente mis discípulos y ningún discípulo de nadie más deben recibir ofrendas'.
Pero el Bienaventurado me exhorta a darlo también a los Nigganthas.
Bien, Señor, haremos lo que sea conveniente.
Por tercera vez, Señor, tomo refugio en el Bienaventurado, su Dharma y su fraternidad."

Copyright�2000 Marcial G. Camperi             
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