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Acerca
de Galaxio |
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Galaxio es el
nick que elegí en los grupos astrológicos
y de Krishnamurti en los principios de la Internet, allá
por 1996.
Debido a mis actividades y la explosión de la Web,
en un par de años tenía a mucha más
gente que me conocía como Galaxio que como Marcial,
mi verdadero nombre.
Como se volvió mucho más simple ubicarme
en la red por ese nick, lo usé para publicar las
primeras páginas web que ya tenían que ver
con la cuestión uraniana ("Galaxio's Cosmic
Green Site" en Xoom, y "Galaxio's Mutant Zone"
en Tripod) |
Nac� en el Paraguay en 1956, y desde 1971
resid� en Argentina. Nunca me sentí extranjero porque
considero que todos los países latinoamericanos son
uno solo, y la división entre Argentina, Paraguay y
Uruguay me parece especialmente ridícula.
Como buen uraniano-galáctico (ver
carta natal cosmoenergética) desde muy chico tuve
estados de conciencia que me orientaron muy rápidamente
hacia la Naturaleza y todo lo misterioso.
Mi casa estaba en el límite entre la ciudad y una enorme
selva, hoy penosamente extinguida como casi todo lo natural
en ese país, asolado por todas las desgracias.
Esa vecindad con un Espíritu tan inmenso nos dejaría
a mis hermanas y a mí una impresión definitiva:
la felicidad es un atributo de la Naturaleza; no es posible
ser feliz sin ella.
Hasta aqu� he vivido experiencias de todo tipo, algunas de
ellas bastante incomunes.
El siguiente es un breve relato de mi vida desde el punto
de vista que más puede interesar a los visitantes de
esta página: la búsqueda espiritual.
Estados de Conciencia
Si hay algo que debo destacar como especial en mi niñez
y la de mis hermanas fue cierto estado de felicidad espontánea
que solía producirse frecuentemente, y que era muy
diferente a lo que el resto de la gente llamaba "alegría".
Yo tomé nota de ello muy tempranamente, y recuerdo
que cuando tenía 7 años ya diferenciaba con
toda claridad esa misteriosa "felicidad" de los
estados normales. Ese estado solía estar asociado casi
indefectiblemente con la Naturaleza. Teníamos 16 árboles
distintos en nuestro patio, y uno de ellos, un gran mango,
se volvió muy especial para mí por ese motivo
- hasta ahora.
Solíamos andar trepados en las ramas todo el tiempo,
con nuestros amigos de la infancia.
En una ocasión, tuve ese particular estado reposando
en las ramas de un duraznero, a las 10 de la mañana,
mirando el cielo.
Sólo cuando bajé me di cuenta de lo que había
sucedido.
Al día siguiente, traté de repetir la experiencia:
esperé la hora, me coloqué en el mismo lugar,
en la misma posición, y esperé... nada pasó.
Lo mismo me sucedió en un amanecer que entraba entre
las hojas del gran mango desde la lejana cordillera del Ybytyruzú;
al día siguiente reproduje todas las mismas condiciones...
y de nuevo, nada pasó.
Así, los mágicos estados de mi niñez
me dejaron una definitiva certeza: para que sucedan, eran
necesarios un estado de "ser como niño" (así
lo llamé entonces) y un misterioso "algo más"
que estaba por completo fuera de mi alcance, pero que tenía
que ver con la Naturaleza.
Este "algo más" no lo comprendería
hasta 1978, cuando leí el Diario I de Krishnamurti.
Así, la Naturaleza se convirtió en algo sagrado
para mí.
El Yoga
A los 11 años de edad cayó en mis manos una
revista de los Testigos de Jehová que contenía
una crítica a las prácticas del Yoga en la India,
describiendo unos pocos ejercicios. Inmediatamente sentí
como si un viento cargado de felicidades antiguas me atravesara
por completo. Desde entonces ese viento volvería cada
vez que me encontrara con cualquier cosa relacionada
con la India, muy particularmente el Budismo, y me convertí
en un buscador de temas orientales, incluyendo el arte, al
que consideraba muy superior al occidental. Esa primera y
absoluta identificación con todo lo relacionado con
la India sigue hasta ahora. Todas las cosas de ese país
me causan una profundísima familiaridad: su música,
perfumes, comidas, rostros, idioma, vestidos, geografía,
filosofía, costumbres cotidianas, el idioma s�nscrito,
etc. Esta sensación se acentúa cuando veo imágenes
o documentales de la zona norte de la India, el Tibet, y en
general, los Himalayas y el Asia Central.
Y contrariamente - también desde niño - las
cosas occidentales, muy especialmente las religiones, "costumbres
civilizadas", y en general, la cosmovisi�n europea-americana
(y no hablemos de lo latinoamericano) me parecían brutales,
toscos y extraños.
Ya como estudiante, la filosofía y arte de origen europeo
me parecieron totalmente superficiales y carentes de espíritu.
Estas cosas las sigo sintiendo hasta ahora, si bien más
débilmente que en mi juventud.
Poco después pude leer más sobre ejercicios
de Yoga en una revista, y comencé a practicar en un
país y un tiempo donde nadie sabía lo que significaba
esa palabra.
Luego de la mudanza a la Argentina, donde sí había
muchos núcleos de practicantes de Yoga, pude profundizar
las prácticas.
Durante un viaje realizado por Latinoamérica en 1976,
en Ecuador, aprendí ciertos ejercicios respiratorios
que producirían un profundo cambio energético
en mí y leí por primera vez la vida completa
del Buddha - ambas cosas causaron más encuentros con
ese "viento antiguo".
Pero lo más importante fue que también por primera
vez leí a Krishnamurti.
"La Probeta"
Cuando volví a Buenos Aires en 1976 puse un gimnasio
donde practicábamos Artes Marciales, Yoga y teatro. Humorísticamente,
un amigo lo bautizó "La probeta de la Nueva Era"
(por los bebés de probeta, de moda en esos años),
y las experiencias que ahí comenzaron marcaron mi vida
para siempre, así como a otros.
Fue una época dura, marcada por una cruel dictadura militar.
Éramos pocos y nos reuníamos corriendo riesgos
en una ciudad desierta de jóvenes.
No podía identificarme con ninguno de los bandos en conflicto
(militares y guerrilleros) pero estábamos en medio del
fuego cruzado, y pasé por situaciones muy peligrosas,
como casi todos mis amigos de entonces.
Paradójicamente, en medio de toda esa locura y dolor,
en La Probeta vivimos una época que mis amigos y yo llamamos
hasta ahora "los Tiempos Mágicos 1"
(esperando que alguna vez existan los "Tiempos Mágicos
2").
Fue un período donde parecía que todos los milagros
eran posibles; nos rodeaba una magia sutil y extraordinaria,
una verdadera isla de luz en un mar agitado y oscuro. Más
tarde sabría que otras personas, en otros lugares del
mundo, también tuvieron la misma experiencia, y sólo
muchos años después creí hallar
una explicación esotérica para ello - pero ése
es otro tema.
Algunas de las más fuertes experiencias de aquel entonces
incluyen un extraordinario viaje a Misiones, donde experimenté
por primera vez con los hongos Psilocibe, y que incluyó
una experiencia OVNI muy directa, compartida con una amiga.
También por esa época adquirí cierta
experiencia en desprendimientos astrales y otros fenómenos
PSI, derivados de una intensa práctica de Yoga y Tai
Chi, y tomé contacto con la Astrología.
Una de las cosas más importantes fue que conocí
a Armando Clavier, el traductor al español de Krishnamurti,
con quien hicimos muchas reuniones en La Probeta, y con quien
luego mantuvimos una larga relación. A lo largo de nuestras conversaciones meditativas se abrieron puertas trascendentales.
Los Tiempos Mágicos vividos en La Probeta y otros lugares
duraron desde 1977 hasta 1980, y definieron mi vida espiritual,
ligada desde entonces a la enseñanza de Krishnamurti.
Investigaciones
Durante los años 80 me focalicé intensamente
en el estudio de la Astrología y del I Ching. Dedicaba
varias horas al día a ambas cosas, y hacia 1983 ya
me parecía muy claro que las tradiciones antiguas contenían
originalmente algo valioso, pero que luego fue cubierto por
una gran capa de superstición y añadidos delirantes.
Así que inicié mi propia investigación
de la Astrología, teniendo la suerte de encontrar un
par de libros de Michel Gauquelin que rápidamente me
ubicaron en el curso correcto. También realicé
experiencias energéticas con el I Ching, y extendí
mi campo de experiencias astrales a la interpretación
de los sueños desde un punto de vista más bien
esotérico.
Fue por entonces que, gracias a la biografía de Krishnamurti
escrita por Mary Lutyens, descubrí la íntima
relación que la vida del Instructor del Mundo había
tenido con los astros. Este descubrimiento estuvo acompañado
de otro, no menos importante, gracias a mi práctica
astrológica y mi propia estadística: había
un tipo especial de personas muy diferente del resto de la
población. Estos individuos tenían casi
invariablemente al planeta Urano destacado en sus cartas natales,
y el mismo Krishnamurti y los principales eventos de su vida
también lo tenían presente. Cuando noté
que los lectores de Krishnamurti eran casi todos "uranianos",
sentí que estaba entrando en un portal de misterios
insondables y de implicancias mundiales.
Teníamos aquí que un gran instructor de la humanidad
había llegado con específicas marcas del Cosmos,
pero también habían llegado con él una
generación que lo escucharía - ¡y cuyos
miembros tenían las mismas marcas astrológicas!
¿Que significaba esto?
En aquel entonces llamé "mutantes" a esta
clase de personas. Luego descubriría que casi todos
aquellos que estaban cerca mío eran mutantes-uranianos;
mis sobrinas y mi hijo también nacerían bajo
esta misma configuración.
Me faltaban aún algunos años para enterarme
que los uranianos eran denominados "idiosincrásicos"
por psiquiatras y psic�logos.
En este momento debo ser el único en sostener que esta
clase de personalidad está ligada a configuraciones
astrales específicas y a eventos esotéricos
que tienen lugar en el mundo ahora mismo, y especialmente
desde la fundación de la Sociedad Teosófica.
De hecho, pareciera que soy el �nico que ha notado muchas
de las cosas que pongo en este sitio web. Me parece insoportable
y sorprendente que los astr�logos sean tan ciegos a hechos
tan evidentes - aunque mucho m�s a�n que el mundo entero siga
desconociendo que una luz s�lo comparable al Buddha y al Cristo
haya pasado por la tierra como una r�faga trascendental.
En 1991 tenía ya ante mí un esbozo de lo que
luego sería una nueva clase de Astrología, la
Cosmoenergética, una reinterpretación del I
Ching (los Caminantes) y había realizado los primeros
trabajos artísticos según las reglas del Arte
Talismánico.
Estando en San Marcos Sierra en ese mismo año tuve
la ocurrencia de experimentar con el cultivo astrológico
de plantas, algo que muy pronto derivó en investigaciones
sobre los límites de la sensibilidad vegetal. Esta
investigación fue, indudablemente, una de las cosas
más fascinantes que me han pasado. Existe mucho misterio
a descubrir allí.
Las investigaciones prosiguen hoy día. La más
reciente de ellas señala al Centro Galáctico
como uno de los factores de mayor peso no sólo en la
personalidad idiosincrásica, sino también en
muchas otras esferas; puedo afirmar con toda seguridad que
en el futuro compartirá con el Sol el lugar protagónico
en la Astrología.
Otras investigaciones astrológicas que siguen en curso
desde aquel entonces incluyen a enfermedades como la obesidad
y el estudio de los biotipos humanos como expresión
de los Siete Rayos y los chakras.
Internet
La llegada de la red a mi vida, en 1996, cambió absolutamente
todo. De pronto tuve en una pantallita material de información
que había buscado durante años, la posibilidad
de conocer a otros investigadores y publicar estas cosas.
He tenido la invalorable ayuda de mi familia, especialmente
mi madre, y tambi�n de mi pareja y amigos, quienes siguen
siendo, de una u otra manera, parte del proyecto de Galaxio.com
Actualmente mi intención es divulgar aquellas cosas
que creo pueden ayudar a solucionar la grave crisis por la
que está pasando el mundo.
Creo firmemente en la necesidad de que los uranianos de la
Tierra sepan sobre el contexto en el que nacieron, su trasfondo
esotérico, y descubran la verdadera espiritualidad
para no ser arrastrados por la confusión general. La
investigaci�n sobre esa generaci�n sigue, aportando cada d�a
nuevas sorpresas.
¿Por qué escribo estas cosas?
Porque pienso que no soy el único en haber nacido bajo
marcas astrológicas específicas, ni el único
en haber tenido experiencias atemporales trascendentes en
forma espontánea desde la niñez, ni soy el único
que sufrí el hecho de ser diferente en medio de una
sociedad profundamente enferma y enloquecida.
Hay muchos de nosotros dispersos por el mundo, y muchos más
aún que están viniendo.
Estoy gritando: ¡Nosotros estamos en lo
correcto! ¡La sociedad está equivocada! ¡No
permitas que te hagan daño! ¡Edúcate correctamente!
Mi hijo, tan uraniano como sus padres, ya tuvo la buena fortuna
de ser criado bajo esta comprensión. El ahora es feliz,
nunca tuvo que pasar por todos los choques frontales que tuvimos
los de la "generación frontera" uraniana,
y a la vez está libre de los peligros que acechan a
los jóvenes uranianos: los falsos caminos espirituales,
las drogas, la mala alimentación, la confusión
del "ser distinto".
Deseo para todos los uranianos esa misma crianza, educada
en los estados extraordinarios de conciencia , así
como en la relación con la Naturaleza, el cuidado del
cuerpo y el compromiso con la evolución humana.
Esta es la razón por la que escribo estas cosas.
De los buscadores de la verdad depende
ahora la sagrada Naturaleza, esta Tierra aún bellísima.
Agosto 2002
Actualizado en Diciembre 2006
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